Un cumpleaños lejos de Guatemala durante el Covid-19

Ruth Rodas
5 min readMar 21, 2020

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Grace y yo después de haber horneado por segunda vez el pastel, (el primero lo quemamos).

Aquí estoy tratando de entender en cómo lo que hablamos en la clase (todos los días) desde Enero con mis compañeros de China repentinamente (pero al mismo tiempo lentamente) se ha mudado a esta isla de Europa, también a mi país en Centro América y decenas de paises en el mundo.

Estoy en un país donde los casos aumentan cada día pero aún el movimiento fuera de las casas está activo. A partir de ayer los cafes y restaurantes estarán cerrados y finalmente ayer fue el último día de clases para niños y adolescentes. También lo fue para mis compañeros (varios de ellos regresaron a sus países incluso China y España porque consideraron que es más seguro allá que aquí), yo desde hace tres semanas por decisión propia deje de asistir. Lo hice porque necesitaba bajarle a la intensidad de mis días y recuperarme, en lo que va desde este año me he enfermedado dos veces“poderosamente”, hasta este miércoles estuve tomando medicina y un sin fin de “remedios caseros”. Mi sistema inmunológico ha estado bajo, demasiado diría yo.

No mentiré, si les digo que no he tenido miedo. Si que lo he tenido, han habido momentos que el temor gana. La incertidumbre ha ganado terreno y eso crea temor, aún sin darnos cuenta o quererlo. También el estar lejos de la seguridad, del refugio de nuestra casa a veces nos vuelve propensos a la inseguridad. Aún estando en un país “seguro”, la inseguridad se vuelve respirable.

Con esta turbulencia de pérdida global ha llegado mi cumpleaños, sabía que iba ser diferente porque he tenido varios cumpleaños lejos de mi casa. Pero, un cumpleaños lejos de casa cuando la incertidumbre y el miedo ha cubierto nuestros techos, eso no estaba agendado. Si algo el Covid-19 logró hacer en algunas semanas (o pocos días para algunos) es sembrarnos la sensación de perdida de control, y poner en duda cualquier certeza para el presente o incluso el futuro. Quizás algunos puedan pensar, es muy exagerado. Pero, no, no cuando estas a miles de kilometros de tu casa y has convivido por tres meses con compañeros de clases que han enfrentado el dolor y la impotencia, y aún superan una depresión que el Covid-19 ha dejado en ellos y sus familias. El Covid-19 les arrebató la esperanza, golpeó su seguridad en su intelecto, en sus recursos disponibles y sus futuros intocables.

Una de mis amigas, es brillante en clase. Pero el pesimismo la tiene inundada, la ha derrotado por completo, aún cuando ha sobresalido sobre todos nosotros académicamente, el Covid-19 la enterró en desesperanza para la vida.

Con este oleaje de sentimientos e historias, llegó mi cumpleaños. Hay un fragmento en un Salmo, que mi familia me envió en estos días. Qué me hizo pensar en lo que el Covid-19 ha logrado gritarnos fuertemente en la cabeza, y es que: somo débiles y la muerte es inevitable. Este Salmo lo dice, somos polvo, somos débiles como pequeñas flores silvestres, brotaremos y moriremos.

En estos días de primavera temprana aquí en Inglaterra he visto cuan preciosas son las flores silvestres, pero cuan débiles son. Un día las veo, al otro día ya no están. Este Salmo usa esa ilustración para describirnos.

“El Señor es como un padre con sus hijos,
tierno y compasivo con los que le temen.
Pues él sabe lo débiles que somos;
se acuerda de que somos tan solo polvo.
Nuestros días sobre la tierra son como la hierba;
igual que las flores silvestres, florecemos y morimos.
El viento sopla, y desaparecemos
como si nunca hubiéramos estado aquí.
Pero el amor del Señor permanece para siempre
con los que le temen”. Fragmento Salmo 103

Flores silvestres en Marzo

Pareciera que este Salmo de pronto contradice lo que todos nos hacemos creer: que “somos inderrotables, que vivimos sin miedos y que nuestros días aquí serán eternos”. Pero no, somos polvo, somos flores silvestres.

El fragmento no es fatalista, para nada. Ni, “aguafiestas” para un cumpleaños. Este fragmento en mi cumpleaños en medio del Covid-19. Me enseña que esa debilucha flor silvestre, soy yo, somos nosotros. Que la temporalidad de la vida es tan cierta y cercana.

El Covid-19 podrá tocar nuestro futuro (lo está haciendo ya), acortarlo o lastimarlo. Pero el amor que este Salmo menciona para nuestra condición débil apunta al amor que el Nuevo Testamento nos relata, un amor que toca y redime nuestra condición presente y futura. El amor que asegura nuestros años, sean pocos o sean muchos. El amor que emana del Señor compasión y ternura y nos mueve actuar en nuestra temporalidad de vida de la misma manera con el que está cerca o con el que está lejos, con el que tiene o con el que no tiene.

Y no solo hablo del que no tiene donde refugiarse o como garantizar la superviviencia del siguiente día en plena cuarentena, sino también del que no encuentra en nada, ni en si mismo un destello del amor que permanece y permanecerá.

En mi cumpleaños, mis planes cambiaron y mi futuro quedo incierto, pero no quedo incierto el amor al que puedo reclamar y me responde con generosa ternura, y no solo a mí sino a cada uno de nosotros, “a todos los que le temen”.

Podrá ser mi salud quebrada, si. Podrá ser mi futuro cambiado, si. Podrá ser mi familia lastimada, si. Si, todo esto podrá hacer el Covid-19 conmigo, con nosotros. Pero no podrá hacer olvidar a Dios que somos polvo, que somos flores silvestres, que somos débiles y que su respuesta a nuestra condición sea con o sin epidemia, sea con o sin el pico de la crisis en 10 semanas, será siempre, siempre una respuesta de y en amor que transciende a nuestros mayores miedos o incluso la muerte.

Ayer, termine mi día de cumpleaños haciendo un pastel casero con Grace, en la casa de mi querida familia adoptiva, ( que me han hecho sentir en casa cada día) fue un pastel de miel (una receta de mi mamá) que aquí guardaban desde hace 13 años. Yo tenía años de nos hornear este pastel. Cuando lo mordí empece a llorar, llorar de la alegría porque era saborear este Salmo 103, era saborear la vida de una flor silvestre, era saborear mi vida en el regalo de un nuevo año.

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Ruth Rodas
Ruth Rodas

Written by Ruth Rodas

La narrativa del diario de mi jardín siembra y recoge historias de una primavera crecida en invierno.

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