Una historia de vida por contar

Hoy 10 de Octubre, hago memoria de ese mismo día del 2014.
Estábamos preparando un spaghetti para el almuerzo en nuestro segundo día durante el retiro de silencio y duelo que estábamos teniendo los tres, cuando sonó el teléfono de mi papá, era un amigo para darnos la noticia de que IJM Guatemala había decidido hacer un momenaje para honrar la vida de mi mamá. IJM había decidido nombrar su salón de usos múltiples “Sara Mazariegos de Rodas”.
Ese 10 de Octubre llegamos a las oficinas de IJM, acompañados por dos amigos cercanos a mi papás, mi tía Mita (hermana de mi mamá) y mi abuelita Celia.
Esa mañana de honra a mi mami, fue inmensamente inspiradora para los tres. Para nosotras como hijas era descubrir aún más el trabajo que ella había hecho desde el centro de defensoría infantil.
Ese día al descubrir la placa que colocaron en la entrada del salón dijeron: “Queremos que todo aquel que pase por la oficinas de IJM, conozca la vida de Sary dada en favor de la justicia por los niños y niñas guatemaltecos”.
Algo que ese día aún no alcanzamos a ver, era que cinco años después, quien ha entrado y salido de ese salón muchas veces ha sido mi hermana. Una vez Ana me dijo: “A veces siento que no puedo más, pero de repente me llaman y dicen “Anaelí, tenemos reunión en el salón “Sary”, y en ese momento cuando escuchó su nombre vuelvo a sentir una fuerza para no detener mi paso”.
Hoy, recuerdo este día para mantener encendido el agradecimiento y para afirmar que a través de historias de vida contadas asumimos compromisos diarios para la vida.
Se que hoy otros quieren y están comprometiéndose con la justicia (en este país desquebrajado) al conocer historias de vida, y por eso están alzando sus voces y manos.
Qué honra que una de esas historias de vida que se están contando sea la de mi amada madre.